miércoles, 19 de septiembre de 2007

Tras el naufragio

Tras el naufragio llegas a la isla desnudo, hambriento y con frío.
Si buscas alimento, algo para cubrirte y construyes un refugio, lentamente podrás empezar a preocuparte de otras cosas.
Hasta que no se tiene la base firme nada mas alto se puede construir.

A veces el naufrago se obsesiona con esas tres cosas: alimentarse, vestirse y proveerse de un refugio. Es decir cubrir todas las necesidades primeras del cuerpo físico.
También se suele preocupar posteriormente del sexo y del poder social.
La escala la rigen los chackras.
El primero conecta al hombre en la tierra, es el de la supervivencia, el segundo cerca de los genitales: el sexual, el tercero en la barriga: el del poder.
Chackras hay siete: el cuarto el del corazón, el quinto el de la garganta y la comunicación, el sexto el del entrecejo o conexión horizontal mental concreta y el séptimo conecta el hombre con el cielo, es el de la conexión vertical abstracta.

El naufrago que ha cubierto sus necesidades puede, sólo entonces, poder ayudar a otros.
Frecuentemente los naufragos, por mezcla de soledad y buena voluntad intentan ayudar al prójimo antes de tener todas sus necesidades cubiertas y acaban no solo peleándose por el alimento, el espacio de la casa o un trozo de manta sino también por retrasar su propia evolución ya que cuando uno comparte sin estar lleno comparte sus carencias, no su libertad.
Y aquello que aleja de la libertad suele alejar de la evolución si uno no esta de acuerdo con su esclavitud.
Ahora, si uno esta de acuerdo, en paz, con su condición de esclavo, automáticamente deja de serlo.
Porque la esclavitud no tiene que ver con un yugo o una obligación sino con hacer algo que uno no quiere, algo que uno no desea, algo que uno no siente.
Se puede ser esclavo de un enorme imperio o libre de un hatillo.
Pero también al revés.
Todo es cuestión de no aplicar en el mundo aquello que no vemos.
Como decía ayer el Buda: No hacer lo que no comprendemos.

1 comentario:

Bettie dijo...

La verdad esque has dado en el clavo. En nuestra sociedad, tan influida por la tradición judeo-cristiana, hay un sentimiento de que es necesario ayudar al precio que sea y a como de lugar. Antes de ayudar al prójimo, ayúdate a tí mismo, porque "compartir carencias" como tú has dicho, solo puede empeorar las cosas.

Y en cuanto a lo de la libertad, alguien dijo " si no tienes libertad interna, qué otra libertad esperas tener?" ... La libertad, como otros muchos dones, empieza por uno mismo, y no reside en un voto ni en poder decir lo que se quiera, no es solo eso.

Para ser libre hay que quererlo y merecérselo. Si no, nuestra libertad es tan sólo un espejismo, un placebo.