lunes, 17 de septiembre de 2007

Liberarse de la obligación de mejorar

A veces pregunto: ¿Cómo podré hacerlo?, ¿Cómo podré hacerlo?
Y me respondo: Es fácil, dejando de luchar.
Pero luego me olvido, quizás porque entro en el tren del miedo, de la prisa, o del deseo. O porque pongo el piloto automático.
O porque me defiendo.

Hacerlo fácil es el único modo que veo de hacerlo real.
Lo otro es perpetuar el mundo de las ideas y reaccionar.

Dejar de buscar. Dejar de buscarlo todo.
Primero de todo dejar de buscar la felicidad.
Y abandonarse al placer de mirar.

Olvidarse de uno para empezar a quererse, de verdad.
Olvidarse de todos para empezar a quererlos, de verdad.

Liberarse de la obligación de buscar. Liberarse de la obligación de juzgar.

Aprender a ser libre es aprender a estar vivo.
Libertad y vida van unidas, y si no es así se sufre.

Dar libertad al otro es darle la vida al otro.
Darse libertad uno es darse la vida uno.

Esto que digo lo sé. Y esto que digo lo olvido.
¿Y esto por qué?
Posiblemente porque mi mente concreta juega con estas ideas pero ni mi cuerpo, ni mi emoción ni mi mente abstracta han conectado aún con la vibración de esa mirada límpia que se refresca a cada instante.

1 comentario:

Bettie dijo...

Tengo que llevarte la contraria esta vez... El deseo (que no la obligación) de mejorar, nos hace libres, nos impulsa a caminar, a buscar nuevos horizontes y a volar.

Aunque a veces no viene mal parar y evaluarse. Pero si el mundo avanza es por el afán de mejorar de los hombres. Claro, que para cada uno mejorar supone una cosa: para unos es enriquecerse, para otros obtener poder, para otros conseguir fama... Así vamos...

Te invito a pasar por mi blog, no tiene tanta calidad como el tuyo, pero es mi humilde escupidera : http://ellibrodelos7sellos.blogspot.com

Salud